sábado, 5 de marzo de 2016

Un Jardín

Algo corto y lindo que leer, para aquellos que alguna vez sintieron que se iban demasiado pronto de algún lugar.

"Las plantas necesitan cuidado y amor" me dijo sonriente una empleada del vivero donde compré las primeras flores para mí casa. Fue mi madre quien me instó a hacerlo en una llamada telefónica; en ese tiempo vivía en la séptima región de Chile y la pintoresca ciudad donde habitaba, rodeada de árboles, valles y casas decoradas con bellos jardines, me hizo decidirme. O talvez fue la distancia y la nostalgia;  me había enamorado de la naturaleza y el aire limpio que se respiraba por ahí y puse manos a la obra a pesar de que nunca había cuidado de nada que dependiera tanto de mí, ya que mi gato a mas de maullar por comida prácticamente se cuidaba solo. 

Noté que la parra del traspatio de aquella casa donde vivía, no estaba tan seca como pensaba. Una vecina me dijo que florecían si se abonaban y regaban en invierno . Los
antiguos dueños dejaron unos árboles frutales que aún no florecían y del primer departamento que tuve, me traje un helecho algo seco, que con abono y agua empezó a reverdecer; y no me detuve ahí. Quise hacerlo lo mejor que pude, así que guiándome por blogs de jardinería en internet compre hermosas macetas de barro, tierra de sembrado, abono, rastrillo, guantes....y más plantas. Me di a la tarea de revivir aquella parra y los árboles frutales; para el patio delantero, compre semillas de césped chino ( el que parece trebol) y tras trabajar la tierra sacando piedras y maleza (yo misma, con pala y rastrillo) lo planté, semilla por semilla; agrege rosales, unos girasoles enanos y una enredadera de florecitas blancas que empezó a trepar con rapidez en la reja. Compré dos docenas de pequeños Pensamientos en macetitas de traslado y cuando crecieron suficiente la señora que me ayudaba con la limpieza me enseñó a plantarlos en unas jardineras laterales que tenía ya la casa; y una maceta de geranios. Necesitaba cuidar de algo. Y empecé a cuidar de mis plantas. 

Algunos me creyeron loca, porque nunca había hecho algo así con tanto afán. La casa era prestada,sabía que algún día me iría pero en ese entonces pensaba que no sería tan pronto. 

Los dos inviernos ahí fueron hermosos. Apilé leña en el patio, me calenté en una hermosa chimenea y vi una nevada por primera vez en mi vida  (dicen que fue la primera en 30 años en aquella zona); en otoño, mi estación favorita, las hojas que abandonaban los árboles dejaron por las aceras y caminos una bellísima alfombra de colores....en primavera los árboles se llenaron de florecitas de blancas y rosadas y se podía ver las motas de polen volar en el aire y en verano mis plantas estaban ya tan hermosas que a pesar de que todo sucedió hace unos 8 años aquella casa y ese jardín aún están en mi corazón. Fue el primer hogar que cuide, calenté, anidé y amé como mío. 

Cuando me fui de aquella casa rumbo a Santiago para tomar el avión y marcharme de Chile con otros planes para mi vida, fue en la noche. Antes de salir fui al jardín de atrás. La parra tenía hermosas uvas negras y verdes. Los árboles de durazno estaban cargados. En el patio delantero regué las rosas, los pensamientos, el helecho y los geranios por última vez . Me dolió dejar mi primer jardín, mi primer hogar.
Espero de todo corazón que quienes hayan ido a vivir ahí después de mi, lo hayan cuidado con el mismo amor con que yo lo formé. 
Supe después de un par de meses que mi vecina se quedo con el helecho y el geranio. 
Me sentí muy feliz por eso, como si los hubiera adoptado una buena madre pues sabía que estaban en las mejores manos ya que algunas veces visité su jardín. Y era hermoso. 


- Dedicado a mi querida amiga Alejandra Reischel y a su hermano Nelson quienes adoptaron algunas de mis plantas. Nunca vi un jardín tan lindo y cultivado con tanto amor como el de su casa. Mil gracias por su amistad.

*Todas las fotos corresponden la casa donde vivía en Linares-Chile (Séptima Región) ; las pueden ver también en mi cuenta de instagram .