miércoles, 10 de febrero de 2016

La Clínica

A propósito del aniversario de la muerte de Julio Jaramillo Laurido.

Cuando era estudiante de medicina tenía un pequeño grupo de amigas que me influenciaban un poco. Hacíamos de todo juntas, tanto estudiar como salir. Para ese entonces yo pasaba mucho tiempo en sus casas. Entonces, la hermana de una de ellas dio a luz en una clínica privada que tenía una pequeña leyenda: ahí había fallecido Julio Jaramillo Laurido. 
Luego de que la hermana de mi amiga tuvo a su bebé, ella se hizo cercana a la dueña de la clínica quien nos invitó a ella, a mí y a otra compañera más a hacer guardias en ese lugar.
Quienes tenían muchos años trabajando ahí contaban historias, algunas parecían fantásticas. Decían que cuando Julio vivía iba siempre por ahí y que era muy amigo del entonces dueño y que por eso se ingresó ahí por esa cirugía que le realizaron  antes de fallecer. Decían que en realidad no se operó la vesícula sino que estaba muy enfermo de Cirrosis hepatica y que la internacion fue por una descompensacion producto de la misma. Decían también que hubo varias mujeres que lo visitaron durante su internación. Otros se aventuraban a decir que al parecer a más de abusar del alcohol lo hacía de las drogas aunque sé que en los 70's lo más popular era la marihuana y que no era un problema tan grave como ahora. Decían tantas cosas pero una de las que más destacaba es que por las noches, luego de que el  falleció, se oía una guitarra tocar a lejos y que a veces si alguien moría allí todavía se podía escuchar. Trabajaba ahí, desde que la clínica se fundó una auxiliar de enfermería y circulante de quirófano de unos 70 años que iba a ser monja. Ella era quien , según decían los otros empleados, había conocido directamente a Julio en ese entonces y aseguraban que se había cambiado de religión luego de que el falleció ya que cuando yo la conocí ella era evangélica. Aquello no tenía mucho sentido pero era lo que aseguraban todos.

Cuando me quedaba ahí, pensaba en cualquier otra cosa menos en la guitarra. En aquel lugar asistí por primera vez a una cirugía, fue una cesárea. También vi con tristeza como una joven perdió su utero debido a una sepsis generalizada por que su bebé  falleció antes de nacer y le causó una infección severa. Al llegar a casa llore mucho y no pude dormir porque me afectó aquello. Conocí a un par de personajes de televisión que fueron a colocarse inyecciones. Me gustaba ayudar a uno de los médicos a corregir exámenes ya que él era profesor de biología en un colegio. Conversaba mucho con la secretaria y las auxiliares de enfermería y aprendí a hacer compresas y torundas de algodón. Leí muchos libros. Pensé mucho en mi futuro e incluso creí que no terminaría la carrera. Pero fue en ese lugar donde nuevamente creí en mí para continuar en ella. 
Cuando te sientes inútil...

Era demasiado joven para creer que todo estaba perdido pero en la clínica tuve mucho tiempo para reflexionar. Muchas veces, en el balcón que daba a la calle miraba a las personas pasar y me sentía inútil pues el camino parecía tan largo para ser médico y existía gente de mi edad que ya ganaba dinero y era independiente. Y yo deseaba tanto hacerme cargo de mi vida y tener verdaderas alas, que las clases, prácticas y problemas económicos me ataban tanto que me hacían creer que no lo lograría. Pero creo que todos hemos pasado por esos momentos de duda cuando estamos preparándonos en una carrera, sobre todo una tan larga. El pediatra que trabajaba ahí y que se hizo un gran amigo mío, me hizo ver que cuando más difícil es, el reto es más satisfactorio al final; yo no lo entendía aún en ese entonces.
os después mientras salía de clases en cierto hospital vi a varios médicos de aquel lugar y me les acerqué. Una auxiliar de la clínica había tenido una accidente cerebro vascular y estaba muy grave . Días después la trasladaron al Luis Vernaza donde la visité luego de que la operarán para liberar el coágulo en su cráneo e intentar salvarle la vida. Para ese entonces yo creía que ella moriría. No la volví a ver hasta después de casi 15 años en que ella acudió a mi consulta con su hija. 
Ocurrió en julio del año pasado.  Se la veía más joven que en ese entonces, sonriente. Me recordó. Me dijo que cuando se pudo recuperar pensando que moriría decidió cuidarse más y tomarse la vida más en serio. Fue cuando comprendí luego de tantos años lo que aquel pediatra me repetía entonces:  Todo es posible.  
- "Se acuerda doctora, cuando oíamos la guitarra de Julio a la madrugada?" -  me dijo en son de broma al marcharse. 
- Si, claro que lo recuerdo - le respondí entre risas.
Por su puesto, nunca la oímos. Ella se refería a la camaradería que teníamos, las historias que nos contábamos, los casos que vimos, los chismes sobre los médicos...a nuestra amistad. Esos eran los acordes de una hermosa canción llena de recuerdos entrañables. 



 
Cosas que no se olvidan. 


- Para Tarcila y Lindengrac, con cariño. 



* El 9 de Febrero se cumplieron 38 años de la muerte del cantautor ecuatoriano Julio Jaramillo Laurido 
Fuente : página de Facebook de "La Memoria de Guayaquil" y el Sr. Pedro Alberto Valero Medino.

 
 

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